domingo, 1 de noviembre de 2015

La unidad del verdadero amor

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Génesis 23:1 dice: “Y Sará tenía ciento veintisiete años de edad”, y luego continuamos con  la vida de su hijo Isaac y cómo éste conoció a Rebeca. 
El Zóhar dice que aquí existe una lección que podemos aprender concerniente a los profundos secretos de Sará y cómo su vida particular influyó en todo lo que vino después de ella. En otras palabras, fue la influencia de Sará la que causó casi todo lo que vino a continuación.
Sará representaba la totalidad, la unión total, como la semilla que contiene todas las versiones subsecuentes de esa semilla original (la raíz, la rama, la fruta). Todo esto se diversifica y emerge finalmente de manera separada en la realidad física, en un mundo que parece estar gobernado por el tiempo, el espacio y el movimiento. Sará personificaba la idea de unidad y nuestro esfuerzo en la actualidad es crear e incorporar unidad. 
Es sólo en el mundo físico que el caos y la separación parecen surgir. La lección es que podemos transformar la realidad ilusoria de este mundo físico en un mundo de unidad que sea diverso y que, sin embargo, no implique separación y conflicto.
La Biblia continúa en Génesis 24:67: “E Isaac la trajo a la carpa de su madre Sará, y tomó a Rebeca,  ella se convirtió en su esposa y él la amó, e Isaac se consoló después de la muerte de su madre”. Esto parece extraño: en los romances de la actualidad, uno se enamora y luego considera el matrimonio. Pero considerar el matrimonio primero y luego descubrir que estás enamorado no parece encajar en la psique moderna.
El Zóhar dice que este verso nos enseña la diferencia entre el amor basado en la realidad física (lo que involucra emociones y por ende la psique) y el verdadero amor. Muchos creen que el verdadero amor es la expresión de calidez y entusiasmo, el deseo que se vuelve excitación, la química que es tan maravillosa. Pero esto no es una señal de amor, según este verso. Al contrario, la señal del amor es algo tan sutil que sólo sabes que está allí. No sientes otra cosa más que el deseo de no querer estar sin esa persona por un instante.
La vela que estaba siempre encendida en la tienda de Sará se había apagado cuando Sará falleció, y cuando Isaac trajo a Rebeca a la tienda de su madre, la vela se encendió nuevamente y el Zóhar  explica que esto fue cuando él consideró tomar a Rebeca como esposa ya que él sabía que ella poseía las mismas cualidades que Sará: un espíritu de unidad, la unicidad de este universo entero, un espíritu de compartir y de cuidado hacia otros. Estos eran los aspectos que Isaac buscó en su futura esposa y estos son los aspectos que las personas deberían buscar cuando consideran casarse actualmente.
El verdadero amor es una conciencia y no algo que puedes medir con tus cinco sentidos. Independientemente de cómo se pudo haber sentido con respecto a la química o a los sentimientos emocionales entre él y Rebeca, Isaac supo que para sustentar su matrimonio y el amor que se generaría al final, tenía que basarse en el principio de unidad (experimentar la diversidad y, sin embargo, siempre regresar a la misma idea de que eran uno). Si esta conciencia no existe a pesar de los desacuerdos, las diferencias o de no ver las cosas de la misma manera, es una señal de que no es verdadero amor. Sabemos que ahavá, o amor, es el aspecto de 13, el cual es ejad, o uno. Esto es amor verdadero. Es cuando sientes unidad con la otra persona, no como sientes la química entre ustedes. Y no estoy diciendo que la química no encaja; esos otros aspectos también son importantes. No estoy aquí para minimizar completamente su importancia. Pero lo que es de importancia primordial es cómo estas dos personas se sienten con respecto a la cercanía que se manifiesta como unidad. Esto es verdadero amor.  
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